viernes, 14 de junio de 2013

El guepardo, diseñado para correr.

Una aceleración récord, más que la velocidad punta, convierte al felino en un cazador prodigioso.
Para ser los mamíferos más rápidos de la Tierra, los guepardos corren sorprendentemente poco. Cierto que pueden alcanzar unos 100 kilómetros por hora. Pero en la mayoría de sprints se conforman con ir a medio gas, entre 40 km/h y 50 km/h. Cuando alcanzan su velocidad punta, no la mantienen durante más de uno o dos segundos. Y, en cualquier caso, no se prodigan en sus exhibiciones de velocidad. Según la investigación más completa de cómo persiguen a sus presas en su hábitat natural, los guepardos realizan una media de 1,3 carreras diarias. Algunos días pueden hacer dos o tres. Otros días, ninguna.

 La investigación, presentada en la revista Nature, rompe con la idea clásica de que es la velocidad extrema lo que convierte al guepardo en un cazador prodigioso. Más que su pico de velocidad, es una capacidad de aceleración y de deceleración récord lo que le da ventaja sobre gacelas e impalas durante una persecución. La nueva imagen que emerge del guepardo no es la de una versión felina de Usain Bolt, imbatible en línea recta. Es más bien la de un fórmula uno diseñado para la sabana, capaz de recortar distancias en las rectas, pero sobre todo de coger las curvas con máxima adherencia y mínima pérdida de tiempo gracias a unas garras no retráctiles, a una cola que le estabiliza como el alerón trasero de un monoplaza y a una musculatura portentosa capaz de reducir 15 km/h en una zancada y de volver a ganar 10 km/h en la zancada siguiente.

 “Para capturar una presa ágil que huye cambiando de dirección, un guepardo debe correr sólo un poco más rápido que ella” porque no puede hacer giros cerrados cuando va a máxima velocidad, ha declarado por correo electrónico Alan Wilson, investigador de la Universidad de Londres y primer autor del estudio. Según los cálculos de Wilson y su equipo, un guepardo lanzado a 90 km/h sólo puede girar trazando una curva muy abierta –concretamente una curva circular de 50 metros de radio, más o menos equivalente a la calle exterior de una pista olímpica de atletismo–. A 60 km/h, debe trazar todavía una curva circular con un radio de 20 metros. Pero si reduce la velocidad a 15 km/h en tres rápidos pasos, es capaz de realizar cambios bruscos de dirección, ya que le basta con trazar una curva circular de 1,20 metros de diámetro. Para conseguir esta capacidad de aceleración y de frenada sin parangón, la musculatura que el guepardo utiliza para correr es más poderosa que la de cualquier otro animal terrestre. Los investigadores han calculado que esta musculatura le proporciona una energía en carrera de más de 100 vatios por kilo de peso. A su lado, la de Usain Bolt, con sus 25 vatios por kilo de peso, resulta esmirriada.

 Un dato ilustra la importancia de esta musculatura para el guepardo: más de la mitad del peso corporal de los guepardos salvajes está formado por músculos locomotores, Los autores de la investigación, de la Universidad de Londres y de la Fundación de Conservación de Depredadores de Botsuana, han utilizado una tecnología similar a la de las misiones espaciales para estudiar el comportamiento de los guepardos: los todoterrenos que exploran Marte reciben instrucciones vía radio, actúan de manera autónoma y después transmiten los datos que han obtenido al centro de control en Tierra; del mismo modo, los aparatos creados para hacer el seguimiento de los guepardos se reprograman a distancia por ondas de radio, van equipados con un pequeño ordenador que les da autonómía y después envían los datos a los científicos también por radio. Estos aparatos son sofisticados collares que los científicos colocaron a tres hembras y dos machos adultos de la región del delta del Okavango, en el norte de Botsuana, después de inmovilizarles disparándoles un dardo con anestésico. “Hemos estado trabajando en este collar y mejorándolo durante más de diez años”, informa Wilson.

 También al igual que los todoterrenos de Marte, los collares van equipados con una batería alimentada con energía solar, que se complementa con una segunda batería auxiliar no recargable. Y al igual que telescopios espaciales como el Hubble, tienen un dispositivo con giróscopos y acelerómetros para determinar su trayectoria y orientación en el espacio. Complementada con un módulo GPS, esta tecnología permite conocer en todo momento la posición de los guepardos con un margen de error de 20 centímetros, así como en qué dirección y a qué velocidad se mueven. Todo ello con un peso total de 340 gramos por collar.

 Al unir la ingeniería de telecomunicaciones con la biología de campo, “se abren nuevas oportunidades para hacer mediciones que no se habían podido hacer en el pasado”, destaca Wilson. En el caso de los guepardos, gran parte de los estudios anteriores sobre su velocidad se habían realizado con animales cautivos que perseguían señuelos en línea recta. En cuanto a las investigaciones sobre su comportamiento en la naturaleza, se han basado en análisis de filmaciones y en obervaciones directas, lo que ha limitado los datos a hábitats abiertos y a las horas diurnas. El collar de seguimiento por radio que han diseñado Wilson y su equipo ha permitido recabar datos de los guepardos tanto de día como de noche y tanto en sabana abierta como en zonas con más vegetación. Los resultados demuestran que los guepardos cazan tanto de día como de noche, aunque es de seis a nueve de la mañana cuando están más activos. Y que, cuanto mejor se pueden esconder entre arbustos, más probable es que consigan cazar una presa.

 Así, sólo un 20% de las carreras que los guepardos realizaron en terrreno abierto a lo largo del estudio terminaron en una captura. En zonas con vegetación más densa, en cambio, el porcentaje de éxito subió al 31%, según se desprende del análisis de 367 carreras registradas a lo largo de la investigación. Estos resultados “demuestran que los guepardos pueden cazar con éxito en todos los terrenos”, escriben los investigadores en Nature. Los datos registrados rompen con la idea extendida de que el guepardo es un velocista sin fondo, incapaz de mantener el ritmo más de unas pocas decenas de metros. La distancia media de las carreras registradas en el estudio fue de 173 metros, aunque todos los especímenes a los que se colocaron collares llegaron a correr distancias superiores a 400 metros, con un máximo de 559 metros.

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